mayo 16, 2007

Brian Swimme: el Universo hace explícita la divinidad


Un cosmólogo esclarecido explica la vigencia del pensamiento de Pierre Teilhard de Chardin

Para el matemático y cosmólogo Brian Swimme, el universo es una revelación continua y radiante. Contemplarlo es un suceso místico y estático. Especialista de las dinámicas evolutivas del universo, Swimme revela en esta entrevista la enorme influencia que Pierre Teilhard de Chardin ha tenido en su propio pensamiento. Swimme analiza quién fue el personaje histórico de Teilhard, sus aportaciones más relevantes, y el significado de sus propuestas en un momento de crisis global. La síntesis de lo divino y lo material se refleja en la evolución, un proceso continuo de la materia hacia la máxima complejidad-conciencia o Punto Omega. Pero este estado no se halla sólo en el futuro, sino que influiría en nuestro presente, forzando continuamente a la materia a ser cada vez más compleja y consciente. Por Susan Bridle.

Pierre Teilhard de Chardin fue un gran pensador que influyó profundamente en su pensamiento. ¿Podría hablarnos un poco de él –quién fue, y cuáles, según usted, fueron sus contribuciones más significativas?

Chardin fue un jesuita francés, paleontólogo, que vivió entre 1881 y 1955. Su hazaña más relevante fue articular el significado de un nuevo relato de la evolución. Fue asimismo el primer gran pensador occidental que integró completamente la evolución y su relación con lo sagrado. Teilhard de Chardin en occidente y Sri Aurobindo en la India llegaron a una misma visión básica: la evolución del universo es una evolución física y también espiritual. Creo que esa es su principal contribución. Teilhard intentó ir más allá del dualismo fundamental de lo subjetivo / objetivo, tan presente en Occidente. Comenzó a ver el universo como un acontecimiento de energía única que era tanto físico como espiritual. Veía el universo de una forma integral, no sólo como una materia objetiva sino como una materia extendida merced a una energía psíquica o espiritual.

Asimismo, a mi modo de ver, es esencial la idea central de Teilhard y su ley de “complejidad-conciencia”. Él identificó esta idea como una ley fundamental de la evolución. Veía que el proceso completo es una profundización y un aumento de la complejidad de la inteligencia o la subjetividad. Todo el movimiento del universo en su incremento de la complejidad es además y simultáneamente un movimiento que acaece en las profundidades de la conciencia o interioridad. Entendió todas las cosas como un proceso físico-biológico-espiritual. Dios está presente desde el principio, pero de una forma implícita, y el universo está cumpliendo la gran obra de hacer explícita la divinidad.

¿Cuál fue la visión de Teilhard de la naturaleza y del papel del ser humano en la evolución?

Consideraba que el nacimiento de una conciencia auto-reflexiva en el ser humano era un momento crucial del proceso terrestre. Y afirmaba que el descubrimiento de la evolución por parte de los humanos representa el cambio más dramático de nuestra mentalidad en los últimos dos millones de años. También exploró la idea de la Tierra como una serie de capas. En primer lugar, está la litosfera, o la capa superficial de roca, y entonces se desarrolla la atmósfera, luego la hidrosfera y la biosfera. Pero, para su entendimiento, en nuestro tiempo se está añadiendo una capa más, la Noosfera – una capa generada por el pensamiento humano-. No es posible comprender la Tierra a menos que se tengan en cuenta estas capas. La forma en que esto ha captado la imaginación contemporánea es el desarrollo de Internet- que es casi como los recursos de la Noosfera.

La revista Wired elaboró un artículo sobre Teilhard hace un tiempo que trataba este tema. Parecieron igualar el concepto de Noosfera con Internet, sugiriendo que la visión de Teilhard fue simplemente una precognición de la Red de redes.

Sí. Supongo que hay diversas maneras de reducir su pensamiento y perder partes de él, y que cualquiera podría decir que la noosfera es Internet. Pero, por supuesto, Teilhard diría que, como cualquier otra cosa en el universo, la noosfera tiene una dimensión física y otra espiritual.

¿Cuál es el significado de la toma de conciencia por parte del ser humano del proceso de la evolución?

Teilhard hizo una gran analogía. Nuestro momento de despertar como especie se parece mucho a lo que le sucede a un niño a la edad de dos años aproximadamente. Llega un punto en que éste comienza a tener una percepción más profunda. Teilhard afirmaba que la especie está empezando a descubrir una profundidad en el tiempo, que el universo se abre como un todo en las profundidades del tiempo.

También habló de la hominización, la forma en que el pensamiento humano transforma las funciones y acciones de la Tierra. La Tierra toma continuas decisiones y elige continuamente, es decir, existe la llamada selección natural. Pero el ser humano ha “hominizado” este proceso de selección natural, para bien y para mal. Por último, hemos hominizado el amor. Él veía la fuerza de la gravedad o la forma que los animales se cuidan unos a otros como formas del amor, y pensaba que la hominización del amor podía enfocar esa fuerza amplificándola hacia un poder descomunal en el futuro de la evolución terrestre.

¿Cómo ha ayudado nuestra comprensión de la escala evolutiva del tiempo al “desarrollo del universo hacia Dios” o a la invocación de Dios a través de la conciencia humana?

Teilhard pensaba que podía ocurrir un cambio profundo en el ser que aprende a ver el universo como una acción divina. La práctica espiritual, el “ver”, es necesaria para alcanzar realmente ese cambio, para conocer lo que somos. Sólo así, podremos resonar con el universo como un todo, como la forma exterior de nuestro propio espíritu interno. También estaba interesado en las tradiciones espirituales. Decía que la idea del despertar a la eternidad fue muy significativa para la historia humana, pero no tan difícil como la toma de conciencia de la naturaleza evolutiva del universo.

Teilhard reúne el absoluto y lo manifiesto en una visión no dualista que parece única...

Exacto. Él dice que aún tenemos la dificultad de nuestra tendencia a vernos dentro de las tradiciones espirituales tradicionales. Pero, ahora, el universo es nuestro hogar, el universo ha de verse como un todo.

Teilhard es probablemente más conocido por su idea del “Punto Omega”. El término llegó a hacerse muy popular, pero parece que poca gente lo entiende realmente, ¿podría explicar el concepto?

Por “Punto Omega” Teilhard entendía un universo que se había convertido en Dios. El Punto Omega es por un lado un momento del futuro hacia el que avanza el universo pero también es una fuerza que actúa en el presente. No es el final de una línea, sino que es un impulso que influye en el presente, atrayéndolo hacia él. Esta atracción era para el pensador amor.

Por tanto, ¿que Dios se encuentre cada vez más explícito o encarnado en las formas del universo sería un proceso?

Sí, exactamente. Para Teilhard, la esencia de la evolución radicaría en la capacidad de los elementos que componen la materia de dar lugar a formas concretas, un misterioso proceso originado por el Punto Omega, y que se repetiría en todos los niveles de la materia. Todos los miembros del universo evocan en su proceso lo divino, y van dando lugar a una personalidad cada vez más espiritual.

¿Cuál es la importancia de la visión de Teilhard sobre la evolución y su papel en el ser humano para nuestra actual crisis planetaria?

En primer lugar, el pensamiento de Teilhard sobre la evaluación nos permite comenzar a apreciar el verdadero significado de nuestro momento. Nos resulta extremadamente difícil comprender qué significa tomar decisiones que tendrán un impacto en los próximos diez millones de años. Incluso si se entiende la idea, es una comprensión sólo a nivel mental. Por eso, el estudio del pensamiento de Teilhard y su obra puede considerarse como una práctica espiritual necesaria para comenzar a pensar al nivel que requiere la humanidad hoy, en términos de diez millones de años, por ejemplo.

En segundo lugar, diría que una de las grandes contribuciones de Teilhard es que nos permite comenzar a imaginar que esta transición actual tiene al menos la posibilidad de convertirse en un glorioso modo de vida en el futuro, y que nos proporciona la energía necesaria para superar nuestras dificultades. Nos ayuda a activar ese tan profundo entusiasmo por la vida y la existencia que creo que se necesita para desenvolvernos en nuestro tiempo.

Esta entrevista es un resumen de la publicada originalmente en la revista What Is Enlightment? y se reproduce con autorización. La entrevista original consta de dos partes. Una primera titulada Comprehensive Compassion y una segunda parte titulada The Divinization of the Cosmos, de la que hemos extraido el resumen. Traducción del inglés: Yaiza Martínez.

"Dios se ha caído del cielo, pero empieza a despertarse dentro de cada persona"



Andrew Cohen: El sentido de la experiencia humana es crear el universo

El sentido de la experiencia humana es crear el universo, explica en la siguiente entrevista el filósofo estadounidense Andrew Cohen, fundador de la emblemática revista "What is enlightenment", hoy punto de encuentro de pensadores, científicos y místicos interesados en la experiencia humana y en la conciencia. Cohen, cuya pensamiento recoge elementos de la tradición religiosa cristiana en general, así como del budismo o del new age, añade que después de la ruptura con las tradiciones que se produjo en los años 60, se ha desarrollado una espiritualidad demasiado personal y que lo que tenemos que hacer ahora es crear un contexto más amplio para abrazar el futuro. Considera asimismo que el Dios mítico se ha caído del cielo, pero que está empezando a despertarse a sí mismo dentro de cada persona. El próximo salto en la evolución de la conciencia, señala Cohen, es un salto más allá de la individualidad. Por Angela Boto.

¿Hay cabida para la iluminación en el nuevo siglo? ¿Sigue siendo válido el concepto tradicional de espiritualidad? El papel del ser humano en el universo y su responsabilidad en la creación del futuro… Lo que para algunos son cuestiones que surgen en momentos de reflexión profunda, constituyen el centro de la vida para Andrew Cohen.

Durante las últimas tres décadas este filósofo, o maestro espiritual, estadounidense, se ha dedicado a explorar en los entresijos de la esencia humana buscando respuestas. Después de adentrarse en la mística oriental regresó a occidente para crear su propia vía de conocimiento, un camino adaptado a las exigencias de un mundo en desarrollo acelerado, de una cultura en la que hace mucho que el Dios paternal ha desaparecido.

De ahí su nombre: “espiritualidad o iluminación evolutiva”. La revista que ha fundado, What is enlightenment (Qué es la iluminación), es un auténtico punto de encuentro de pensadores, científicos y místicos interesados en la experiencia humana y en la conciencia. Cohen ya ha organizado dos retiros en Barcelona en los dos últimos años.

¿Cómo definiría la espiritualidad evolutiva?

Hay que entenderlo en el contexto de la evolución del universo desde que surgió hace alrededor de 14.000 millones de años. Según hemos ido aumentando el nivel de conciencia, nuestra comprensión sobre quiénes somos y el significado de estar vivo también ha evolucionando. Recientemente, el ser humano se ha dado cuenta de que el proceso de evolución depende del despertar de cada individuo. Al nivel más profundo, el sentido de la experiencia humana es crear el universo.

Asegura que hace falta un nuevo contexto moral, ¿a qué se refiere?

Nunca ha habido tanta gente con un nivel de educación, de bienestar y de libertad tan alto, pero la mayoría experimenta una alienación, es decir una separación de sí mismo. Tenemos que sentir que es nuestra responsabilidad llevar a la humanidad hacia el futuro. Tenemos que experimentar una conexión emocional con el hecho de que somos parte de un proceso más grande y que nuestra obligación es primero el proceso y después nosotros mismos. A menos que una gran minoría se despierte en este sentido no creo que nada cambie. Después de la ruptura con las tradiciones que se produjo en los años 60, se ha desarrollado una espiritualidad demasiado personal. Por ejemplo, el movimiento New Age tiene una comprensión sofisticada del ser, pero su espiritualidad es muy sentimental y narcisista. Lo que tenemos que hacer ahora es crear un contexto más amplio para abrazar el futuro.

Usted conoce profundamente la filosofía y la mística orientales, pero en cierto modo se ha separado de ellas, ¿por qué?

Las tradiciones orientales no nos enseñan cómo vivir en el mundo y tampoco tienen conocimientos sobre la evolución. Su saber radica en el desarrollo de la conciencia individual, pero no entienden que el universo es parte de un proceso profundo de evolución temporal. Conciben el tiempo como ciclos recurrentes, dando vueltas infinitamente. Y cuando alguien ve eso quiere se libre, salir de la rueda y es entonces cuando la gente entra en ese estado interno de alejamiento de las experiencias de la vida y de la encarnación.

¿Qué ofrece en sus cursos en este sentido?

Ofrezco un futuro. Quiero dar una visión grande de lo que es nuestra experiencia. Llevo a la gente a antes del comienzo, hace 14.000 millones de años. Para hacerlo hay que ir más allá del pensamiento y lo que se experimenta es el cero, la nada. Este es un estado meditativo. Mucha gente practica la meditación, pero ni siquiera entiende lo que está haciendo. Cuando vuelven a cero todo desaparece, pero la esencia fundamental de sí todavía está ahí. De modo que antes del comienzo ya estábamos. Esta comprensión es la iluminación tradicional de Oriente. Después, lo que ocurre es que la mayoría de la gente va de ahí al ego, es decir al Yo cuya experiencia se ha separado de la vida, al Yo alienado. Esto es más o menos lo que viven muchas personas que siguen una espiritualidad influida por Oriente.

¿Y después?

Ayudo a la gente a entender que el tiempo no se da en ciclos. Hace 14.000 millones de años comenzó el proceso y pasó de la energía a la luz, a la materia y a la vida. Lo más importante de la vida es la conciencia y conciencia es conocimiento, interioridad, subjetividad. El ser humano tiene la capacidad de saber que sabe. Otras formas de vida son conscientes, pero no saben que lo son. El universo nos ha parido hace 100.000 años para tener un modo de conocerse a sí mismo. El Dios mítico se ha caído del cielo al mismo tiempo que la humanidad comienza a darse cuenta de que es los ojos y el corazón del principio que ha creado el universo. Dios es la energía y la inteligencia que ha iniciado el proceso creador y que lo está dirigiendo en este instante. En el ámbito de lo físico, el impulso creador o evolutivo es energía sexual, la misma energía que ha creado el universo. Subiendo de nivel es la compulsión creativa y más alto aún está el impulso espiritual, evolutivo. Dios desapareció y ahora está empezando a despertarse a sí mismo dentro del individuo.

¿Cómo se vive pues la iluminación en nuestro mundo?

En el sentido oriental, iluminación significa el descubrimiento del cero. El punto cero no es suficiente porque no tiene ninguna conexión con el mundo, con la vida, con los otros. La iluminación evolutiva es el descubrimiento del Yo auténtico que es la mejor parte de nosotros. Es pura pasión energética por el futuro y es intrínsecamente libre, no le duele el pasado ni la historia personal. El Yo auténtico es el big bang, el impulso que crea el universo haciéndose consciente de sí mismo. Es la razón por la que nos interesa la evolución de la conciencia. En el Yo auténtico no hay ego.

Ha hablado del individuo, pero ¿cómo perfila el futuro colectivo?

Creo que el próximo salto en la evolución de la conciencia de nuestra especie es un salto más allá de la individualidad. Ahora tenemos un ego muy desarrollado en el sentido negativo. Lo positivo es que existe una gran capacidad para la individuación. Necesitamos que individuos muy desarrollados empiecen a experimentar la unidad o la no diferenciación entre los Yo. A esto lo llamo una experiencia de autonomía y de comunión. En la primera, el poder creativo del individuo se libera. La comunión es cuando dos se unen como uno. Normalmente, autonomía y comunión no se pueden dar al mismo tiempo, pero en el estado del que hablo dos o más se funden en uno y al mismo tiempo, en el mismo espacio, experimentan autonomía. Experimentan que son una conciencia y simultaneamente cada uno vive su autonomía. Esto es lo que creo que es el próximo nivel y lo llamo la nueva iluminación, la iluminación evolutiva.



La autora de la entrevista, Angela Boto, es licenciada en CC Químicas. Ha sido responsable del portal de salud del diario español El Mundo y en la actualidad colabora con el diario El País. Ha trabajado también para publicaciones como Integral, Mente Sana y recientemente para Psychologies. También ha colaborado con la revista “What is Enlightenement” fundada por Andrew Cohen.

DESARROLLO ESPIRITUAL, por Ken Wilber


Existen cuatro estadios o fases del desarrollo espiritual, la creencia, la fe, la experiencia directa y la adaptación permanente; dicho de otro modo; uno puede creer en el Espíritu, uno puede tener fe en el Espíritu, uno puede experimentar directamente el Espíritu y uno puede devenir Espíritu.

1.La creencia es el primer (y, por consiguiente, el más común) de los estadios del desarrollo espiritual. La creencia requiere imágenes, símbolos y conceptos y, en consecuencia, suele originarse en el nivel mental. Pero el desarrollo de la mente atraviesa distintas fases -mágica, mítica, racional y visión-lógica-, cada una de las cuales sirve de fundamento a un tipo (y a un estadio) de creencia religiosa o espiritual.

El estadio de las creencias mágicas (ejemplificado por el vudú y los conjuros mágicos) es egocéntrico y se da tal fusión entre el sujeto y el objeto que aquél cree que la fuerza de su deseo puede llegar a operar sobre el mundo físico y sobre los demás. La creencia mítica, por su parte, suele ser sociocéntrica y etnocéntrica, lo cual significa que diferentes grupos sostienen mitos diferentes habitualmente exclusivos (es decir, si uno cree, por ejemplo, que Jesús es el salvador de la humanidad, no queda lugar alguno para Krishna), y proyecta sus intuiciones espirituales sobre uno o más dioses o diosas físicamente desencarnados que tienen el poder de influir sobre las acciones humanas. La creencia racional, que constituye una decisión racional, no representa a Dios o la Diosa de un modo antropomórfico, sino en tanto que el Fundamento Ultimo del Ser y, en ese sentido, desmitologiza la religión. Se trata de una modalidad que alcanza su cúspide en la creencia visión-lógica y que explica el Fundamento del Ser en tanto que Gran Sistema Holístico, Gaia, la Divinidad, una especie de Eco-Espíritu, la «red-de-la vida», etcétera, recurriendo a ciencias como la teoría sistémica.

Todas estas creencias mentales suelen ir acompañadas de sentimientos o sensaciones emocionales muy intensas que no necesariamente son experiencias directas de las realidades espirituales supramentales. En ese sentido, se trata de diferentes modalidades de traslación que pueden ser abrazadas sin transformar en lo más mínimo el propio nivel de conciencia. Pero, cuando la traslación comienza a madurar y la emergencia directa de los dominios superiores comienza a presionar al yo, la creencia acaba desembocando en la fe.

2. La fe comienza allí donde la creencia pierde su poder. Porque el hecho es que llega un momento en que todas las creencias mentales -precisamente por el hecho de ser mentales y no supramentales o espirituales- pierden su fuerza, pierden su poder sobre la conciencia y comienzan a palidecer porque, a fin de cuentas (por más que uno crea en el Espíritu como «red-de-la-vida», por ejemplo), uno no deja de sentirse como un ego separado, aislado y lleno de miedos. De poco servirá, en tal caso, esforzarse en seguir creyendo, porque la creencia habrá dejado ya de funcionar. Es entonces cuando va tornándose dolorosamente evidente que, si bien la mera creencia puede proporcionar algún sentido traslativo, no comporta, no obstante, la menor transformación verdadera. (Y las cosas pueden ser todavía peores en el caso de que uno sustente creencias mágicas o míticas, puesto que tales creencias no sólo no son transformadoras, sino que operan como una fuerza regresiva que aleja a la conciencia de los dominios transracionales.)

Pero también hay que decir que, detrás de la creencia mental en Gaia o en la «red-de-la-vida», suele ocultarse una auténtica intuición de los dominios espirituales y transmentales, es decir, una intuición de la Unidad de la Vida. Pero esa intuición no podría ser plenamente comprendida mientras nuestra conciencia permanezca atrapada en la creencia porque, en última instancia, todas las creencias, tanto las analíticas como las holísticas, son dualistas y sólo cobran sentido en presencia de sus opuestos. De lo que se trata no es tanto de pensar en la Totalidad como de devenir la Totalidad, algo que sólo podrá ocurrir cuando uno deje de aferrarse a creencias sobre la Totalidad. Las creencias no son más que un sustituto del alimento para el alma, calorías espiritualmente vacías que más pronto o más tarde dejarán de fascinarnos y develarán su verdadero rostro.

La fe suele ser el paso intermedio que nos permite dar el salto que conduce desde la pérdida de la creencia hasta la experiencia directa. Quizás, por ejemplo, la creencia en la Unidad ya no ofrezca un gran consuelo, pero la persona todavía tiene fe en ella. Cuando las creencias se tornan insostenibles aparece la fe, la llamada débil pero clara de una realidad superior -el Espíritu, Dios, la Diosa, la Unidad, etcétera- que trasciende la creencia y se encuentra más allá de la mente. La fe constituye la puerta de acceso a la experiencia inmediata de lo supramental y de lo transracional. En ausencia de creencias dogmáticas desaparece la convicción, y a falta todavía de experiencia directa, uno carece de toda certidumbre. La fe es, pues, una tierra de nadie -atestada de preguntas y de ninguna respuesta- que se caracteriza por la determinación (estimulada por una intuición oculta) a encontrar nuestra auténtica morada espiritual en la experiencia directa.

3. La experiencia directa responde a todas las dudas inherentes a la fe. Se trata de un estadio caracterizado par la presencia de dos fases diferentes: Las «experiencias cumbre» y las «experiencias meseta».

Las experiencias cumbre suelen ser intensas, breves, espontáneas y su?mamente transformadoras. Las verdaderas «experiencias cumbre» nos permiten vislumbrar nuestros potenciales transpersonales y supramentales más elevados. Existen varios tipos de «experiencias cumbre», entre las cuales cabe destacar las «experiencias cumbre» del nivel psíquico, propias del misticismo natural (el tipo de unidad característico del nivel ordinario), las «experiencias cumbre» del nivel sutil, propias del misticismo teísta (el tipo de unidad característico del nivel sutil), las «experiencias cumbre» del nivel causal, que nos permiten atisbar la Vacuidad (la unidad propia del nivel causal) y las «experiencias cumbre» no duales, que nos abren las puertas a Un Solo Sabor. Resulta evidente, como Roger Walsh ha señalado, que cuanto más elevado es el nivel de la experiencia, más infrecuente es. (Éste es el motivo por el cual la mayor parte de experiencias de 'consciencia cósmica' son las propias del misticismo natural (o unidad del nivel ordinario), el más bajo de los dominios místicos. Desafortunadamente, sin embargo, son muchas las personas que consideran equivocadamente que este nivel es Un Solo Sabor, una confusión que adquiere visos de epidemia entre los teóricos eco).

La mayor parte de las personas se hallan, comprensiblemente, en el estadio de la creencia o de la fe (y, ocasionalmente en el de la magia o del mito). De tanto en tanto, sin embargo, algunos individuos pueden tener una «experiencia cumbre» de un dominio realmente transpersonal que les sacuda muy profundamente (a menudo para mejor, aunque también hay decir que, en ocasiones, para peor). En cualquiera de los casos, sin embargo, ya no se trata de creencias que hayan leído en un libro o de meras habladurías traslativas, sino de una experiencia real de un dominio superior después de la cual el individuo ya no vuelve nunca a ser el mismo.

(Digamos, a modo de corta disgresión, que las consecuencias de este tipo de experiencia no siempre son positivas. Porque puede darse perfectamente el caso de que una persona que se halle en el nivel mítico literal-concreto, por ejemplo, tenga una 'experiencia cumbre' del nivel sutil que reactive sus mitos concretos y provoque la aparición de un fundamentalismo según el cual su dios mítico particular es el único que puede salvar al mundo, no dudando entonces en sacrificar los cuerpos de quienes se le opongan en aras de la supuesta salvación de su alma. También puede ocurrir, por ejemplo, que alguien que se halle en el nivel visión-lógico, tenga una experiencia cumbre» del nivel psíquico, en cuyo caso su nuevo eco-paradigma» se convierte en el único que puede salvar al planeta y tampoco dudará en imponer una suerte de ecofascismo para salvarle. Este tipo de fanatismo religioso (que constituye una confusa mezcolanza de verdades superiores con ilusiones inferiores) resulta casi imposible de desarticular. Es cierto que las «experiencias cumbre» nos permiten acceder provisionalmente a verdades superiores, pero también lo es que esa brevedad puede ir seguida de un retroceso a un nivel inferior y acabar sirviendo de justificación para las más espantosas creencias)

Pero si bien las «experiencias cumbre» son de poca duración -desde unos pocos minutos hasta unas pocas horas-, las experiencias meseta, por su parte, son más estables y duraderas y tienden a la adaptación permanente. Las «experiencias cumbre» suelen presentarse de manera espontánea pero, para convertir una experiencia cumbre en una experiencia meseta -para transformar un breve estado alterado en un rasgo duradero-, se requiere una práctica prolongada. Casi todo el mundo, en algún momento de su vida, puede tener una breve experiencia cumbre y sé incluso de algunos casos en os que, sin necesidad de práctica sostenida, ha terminado convirtiéndose en una experiencia meseta. Así pues, la creencia y la fe constituyen las modalidades de orientación espiritual prevalente, mientras que las «experiencias cumbre», por su parte (raras pero auténticas experiencias espirituales), sólo suelen darse en quienes están comprometidos con una práctica espiritual sostenida, intensa, prolongada y profunda.

Al igual que decíamos con respecto a las «experiencias cumbre», las «experiencias meseta» pueden darse en los dominios psíquico, sutil , causal y no dual. Veamos un ejemplo, tomado del zen, que abarca estos cuatro dominios. Es frecuente que quienes emprendan la práctica de la meditación zen comiencen contando respiraciones, de uno a diez y vuelta a empezar. Cuando el sujeto puede hacer eso durante media hora sin perder la cuenta, suele recibir un koan como el de mu, por ejemplo (que, por cierto, fue mi primer koan). Así, en los próximos tres o cuatro años, el sujeto se enfrasca durante varias horas al día en esta práctica, concentrándose de continuo en el sonido mu, al tiempo que se pregunta: ¿cuál es el significado de mu? o ¿quién está concentrándose en mu?. Durante ese estadio, el sujeto suele asistir a sesshnis de siete días de práctica muy intensa, en donde practica durante el día y la noche.

La primera experiencia meseta importante tiene lugar cuando el sujeto puede mantenerse de manera literalmente ininterrumpida en mu durante la mayor parte de las horas de vigilia, en cuyo caso mu pasa a convertirse en parte de su conciencia, hasta el punto de que bien podría decirse que uno se torna en mu, o dicho en otras palabras, que el Testigo se mantiene de manera constante durante el estado de vigilia ordinaria. Entonces es cuando se le dice que, para penetrar realmente en mu, debe trabajar también en ese koan durante el estado de sueño.

(Cuando escuché esto por vez primera creí que se trataba de un chiste, de ese tipo de bromas tan característicos de los ritos cuarteleros de iniciación machista, del tipo: '¡quien quiera formar parte del primer batallón de infantería deberá comerse tres serpientes vivas!'. Yo creía que estaban tratando de asustarme, cuando lo cierto es que simplemente estaban tratando de ayudarme.) Tras otros dos o tres años más de práctica, el sujeto logra mantener una concentración sutil en mu durante el estado de sueño, de modo que la conciencia testigo permanece también de manera constante durante el estado del sueño sutil (1)

El estado de sueño es sólo uno de los muchos tipos de fenómenos propios del reino sutil; el típico estado sutil es el savilkalpa samadhi, 'la absorción no dual en la forma' que nos permite permanecer abiertos al dominio sutil mientras despertamos. Según se dice, el estado de sueño es una subclase del nivel sutil en el que no hay fenómenos materiales ordinarios (sólo imágenes y formas). Es por ello que el hecho de entrar conscientemente en el sueño se ha comparado siempre al savikalpa samadhi, ya que ambos evidencia la presencia simultánea de ondas alfa (despertar) y de ondas beta (sueño). Además, el efecto de la evolución de la conciencia es semejante en ambos casos ya que, en cierto modo, uno objetiva el nivel sutil (viéndolo conscientemente como un objeto mientras despierta) y luego pierde su poder, lo trasciende y comienza a adentrarse en el dominio causal. El nirvikalpa samadhi es el estado típico de la consciencia causal, la cesación pura, sin forma y sin manifestación (un tipo de vacuidad) que nos permite adentrarnos en el dominio causal mientras estamos despiertos (nirvikalpa madura en jnana samadhi, la ausencia de forma radicalmente pura y, en algunas tradiciones, en nirodh, la extinción de todo tipo de objetos). Del mismo modo que el savikalpa y sueño diáfano son análogos, el hecho de mantener la consciencia durante el estado de sueño profundo sin sueños y el nirvikalpa son también análogos, porque tanto en uno como en otro, alfa (vigilia) y delta (lo sin forma) se hallan simultáneamente presentes, de modo que uno puede llevar la conciencia hasta el reino de lo sin forma y abrirse a los no dual. De este modo se trasciende lo causal y el nirvikalpa/jnana (gnosis) da lugar al sahaja, la omnipresencia espontánea de Un Solo Sabor.

Pero este proceso no debe pasar necesariamente por el sueño diáfano ni por el sueño diáfano con sueños, ya que el savikalpa samadhi y el nirvikalpa samadhi pueden ser alcanzados durante el estado de vigilia. Cuando el practicante logra una cierta competencia en el savikalpa, suele presentarse el sueño diáfano, precisamente porque ambos son análogos. Del mismo modo, el dominio del nirvikalpa suele verse acompañado del sueño diáfano y lo mismo suele ocurrir en sentido contrario, es decir, que el hecho de seguir meditando durante el estado de sueño y de sueño profundo constituye una forma muy eficaz de entrar en savikalpa y en nirvikalpa y también favorece la apertura a sahaja. No olvidemos que siempre se ha dicho que el yoga del sueño es uno de los métodos más eficaces para alcanzar una experiencia meseta en los dominios sutil y causal que abre la puerta a la adaptación estable (y por tanto a la trascendencia) de esos dominios.

A estas alturas, y en la medida en que el discípulo se aproxima al dominio causal no manifiesto (el nivel de la absorción pura), va acercándose también a esa explosión conocida con el nombre de satori, el descubrimiento del hielo congelado de la absorción causal pura en la Gran Liberación de Un Solo Sabor, una experiencia que también comienza como una experiencia cumbre que, con la práctica, acaba convirtiéndose en una experiencia meseta y finalmente en una adaptación permanente.(2)

Los tres o cuatro estadios diferentes de adaptación que conducen desde el nivel causal/nirvikalpa/nirvana hasta Un Solo Sabor son conocidos con el nombre de estadios postnirvánicos. Existen muchas versiones de estos estadios, pero todas ellas giran en torno a la conciencia constante o el acceso ininterrumpido a la conciencia testigo en los tres estados (primero en forma de experiencia meseta y luego como adaptación estable) que culminan en la desaparición del testigo en Un Solo Sabor no dual (primero en forma de experiencia cumbre, después como experiencia meseta y finalmente como adaptación estable.)

Una vez que se ha consolidado de manera estable la adaptación a Un Solo Sabor, se despliegan los estadios postiluminados. Según se dice, estos estadios concluyen en bhava samadhi, la traslación corporal completa de lo humano a lo divino o, en otras palabras, 'la extinción completa de todas las cosas en el dharmadtu' o, dicho de otro modo, el logro de un cuerpo de luz permanente. (Ver El Ojo del Espíritu para una discusión más detallada sobre los estadios evolutivos postnirvánicos y postiluminados.) Los estadios postnirvánicos (la esencia del Mahayana y del Vajrayana, que no solo abrazan lo sin forma (el nirvana) sino que lo integran con el mundo de la forma (el samsara) siempre ha tenido mucho sentido para mí y, basándome en mi propia experiencia, puedo certificar la realidad de la experiencia ininterrumpida de la conciencia constante y de Un Solo Sabor durante veinticuatro o incluso treinta y seis horas (y hasta, en una sola ocasión, durante once días y once noches). En ninguno de estos casos se trató de una adaptación permanente, pero conozco a varios maestros que, en mi opinión, están ahí y la literatura al respecto está llena de ejemplos a este respecto. Y si digo que los estadios postnirvánicos tienen sentido para mi es porque son, después de todo, simples estadios de adaptación de la no dualidad (los estadios de integración entre el nirvana y el samsara, entre el Espíritu y sus manifestaciones, entre la Vacuidad y la Forma.) Además, los resultados de las investigaciones electroencefalográficas realizadas en este sentido por Alexander y otros parecen corroborar su existencia.

Pero no puedo decir lo mismo de los estados postiluminados, que ni tienen mucho sentido, ni tampoco he conocido a nadie que plausiblemente se hallara en ellos. Se trata de estadios cuya descripción suele evocar vestigios de la visión mágica del mundo, porque se refieren a cuestiones tales como la transformación del cuerpo en luz, la capacidad de realizar milagros, etc., ninguno de los cuales dispone de evidencia creíble y reproducible. La 'extinción de todas las cosas en dharmadatu', por su parte, me parece indistinguible de jnana o nirodh o, dicho de otro modo, una regresión de Un Solo Sabor, no un desarrollo hacia él. Y entiéndase que con ello no estoy afirmando su inexistencia, sino tan solo que, comparados con los estadios de los que habla tradición (hasta llegar a los postnirvánicos que anteriormente he bosquejado), existen muchos menos datos sobre los estadios postiluminados, quizás porque son muy raros o tal vez porque realmente no existan.

4. El término adaptación se refiere simplemente al acceso constante y permanente a un determinado nivel de conciencia. La mayor parte de nosotros ya nos hemos adaptado (o, dicho de otro modo, ya hemos evolucionado) a la materia, el cuerpo y la mente (y por ello podemos acceder a esos niveles siempre que queramos). También hay personas que han tenido «experiencias cumbre» de los niveles transpersonales (psíquico, sutil, causal y no dual). Pero la práctica puede permitirnos evolucionar hasta las «experiencias meseta» de esos reinos superiores que, con la práctica, acaban convirtiéndose en adaptaciones permanentes que nos permiten acceder de manera constante a los niveles psíquico (misticismo natural), sutil (misticismo teista), causal (misticismo sin forma) y no dual (misticismo integral) de un modo tan habitual como hoy en día lo es, para la mayor parte de nosotros, el acceso a la materia, el cuerpo y la mente. Y esto se manifiesta de un modo palpable en la presencia de una conciencia constante (sahaja) que perdura a través de los tres estados de vigilia, sueño (savikalpa samadhi) y sueño sin sueños (nirvikalpa samadhi). Entonces resulta evidente porqué "lo que no está presente en estado de sueño profundo sin sueños no es real". Lo Real debe hallarse presente en los tres estadios, incluyendo el sueño profundo sin sueños, y la Conciencia pura es lo único que se halla presente en los tres. Este hecho resulta perfectamente evidente cuando uno descansa en tanto que conciencia pura, vacía y sin forma y "contempla" la aparición, permanencia y desaparición de los tres estados, mientras permanece como lo inamovible, lo Inmutable, lo No Nacido, liberado en la Vacuidad pura de la que emana toda Forma y en la Totalidad resplandeciente de Un Solo Sabor.

Estas son algunas de las fases por las que atraviesa el camino de adaptación a los niveles superiores de nuestra naturaleza espiritual: creencia (mágica, mítica, racional y holística); fe (que no es tanto una experiencia directa como una intuición de los dominios superiores); experiencia cumbre (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, aunque no en un orden concreto, porque suelen tratarse de situaciones muy puntuales); experiencias meseta (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, casi siempre en este orden, porque para alcanzar un determinado estadio suele ser necesario el estadio anterior) y adaptación permanente (a lo sutil, lo causal y lo no dual, también en ese orden y por la misma razón).

Concluiremos ahora subrayando varios puntos importantes:

Uno puede hallarse en un nivel relativamente elevado del desarrollo espiritual y permanecer todavía en un nivel relativamente bajo en otras líneas (el nivel psíquico profundo, por ejemplo, puede estar muy avanzado, mientras que el frontal permanece relativamente estancado). Todos conocemos a personas espiritualmente desarrolladas que, no obstante, son bastante inmaduras en el ámbito sexual, en el de la salud física, en la capacidad de establecer relaciones emocionalmente profundas, etcétera. De modo que el acceso constante a Un Solo Sabor no va necesariamente acompañado del desarrollo muscular, ni tampoco le proporcionará un nuevo trabajo, ni una pareja ni tampoco le curará de sus neurosis. Los contenidos profundos de la sombra no desaparecen con la meditación y el acceso a los estadios superiores de la práctica espiritual porque, contrariamente a lo que sostiene la creencia popular, la meditación no es una técnica de descubrimiento. Si lo fuera, la mayor parte de los maestros de meditación no necesitarían psicoterapia, cuando lo cierto es que la necesitan tanto como los demás. La meditación no apunta tanto a desvelar el material inconsciente reprimido como a posibilitar la emergencia de dominios más elevados, con lo cual los dominios inferiores siguen siéndolo y tal vez se hallen ahora aún más reprimidos.

No estaría, pues, de más combinar la práctica espiritual con una buena psicoterapia y lo mismo podríamos decir con respecto al ejercicio del cuerpo físico (incluyendo, por ejemplo, el levantamiento de pesas), el cuerpo pránico (t'ai chi chuan), el trabajo con el grupo o la comunidad, etcétera, etcétera. El único modo sano y equilibrado de proceder con el desarrollo superior consiste, obviamente, en emprender una práctica realmente integral.

Esto resulta especialmente importante porque la religión civil centrada en la persona (y el "paradigma 415") está fundamentalmente anclado en el estadio de la creencia holística. Para que la mayor parte de las personas vayan más allá de estas traducciones mentales es necesario emprender una auténtica práctica transformadora y la práctica integral es, muy probablemente, la más eficaz porque no solo subraya la transformación del yo, sino también del resto de los cuadrantes -en el Gran Tres del 'yo', el 'nosotros' y el 'ello'- prácticas transformadoras del yo, de las relaciones, de la comunidad y de la naturaleza, no sólo como un cambio en el tipo de creencia sino en el nivel de la conciencia.

Aunque haya señalado que el acceso a ciertos niveles requiere de cinco o seis años de dura práctica (y a otros todavía superiores un tiempo cinco veces superior) no se preocupe por ser solo un principiante. Emprenda la práctica, tenga en cuenta que cinco o seis años pasan en un abrir y cerrar de ojos ya que la recompensa bien merece la pena. Si durante ese tiempo, por otra parte, no hace más que escuchar a maestros que le hablan de creencias (ya sean mágicas, míticas, racionales u holísticas) sólo será cinco o seis años mayor. (Las creencias holísticas están muy bien -y son muy adecuadas- en el dominio mental, pero no olvide que la espiritualidad tiene que ver con el dominio transmental y que la traslación mental nunca le ayudará a trascender la mente, y la religión civil centrada en la persona tampoco le liberará de sí mismo.) Le recomiendo, pues, que asuma una práctica contemplativa, transpersonal y supramental. Poco importa lo dura que le parezca la práctica, simplemente empiece. Recuerde el viejo chiste: ¿Cómo puede uno comerse un elefante? de bocado a bocado.

El hecho es que, unos pocos bocados después, usted ya habrá logrado considerables beneficios. Tal vez pudiera empezar, por ejemplo, con veinte minutos al día con el tipo de oración de centramiento que enseña el padre Thomas Keating, una práctica cuyos efectos son casi inmediatos (serenidad, apertura, respeto, escucha, etcétera). Practique zikr durante una media hora, vipassana durante cuarenta minutos, ejercicios de yoga dos veces al día, visualización tántrica, oración del corazón o cuenteo de las respiraciones durante quince minutos cada mañana antes de levantarse de la cama. Cualquiera de estos abordajes es adecuado, el asunto es que organice su práctica del modo que más le guste, pero que no tarde en dar los primeros bocados...

Es cierto que tenemos que ser amables con nosotros mismos, pero no lo es menos que también debemos ser firmes. Deje de lado la "compasión idiota", trátese a sí mismo con auténtica compasión y comprométase seriamente con la práctica.

La permanencia en estas prácticas acabará evidenciándole la necesidad de asistir a un retiro intensivo de varios días al año, lo que le permitirá comenzar a convertir las pequeñas «experiencias cumbre» en las experiencias meseta iniciales de la práctica. los años pasarán, pero usted estará madurando e irá trascendiendo de un modo lento pero seguro los aspectos inferiores de sí mismo y abriéndose a los superiores. Entonces llegará un día en que mirará hacia atrás y se dará cuenta del sueño (porque realmente es un sueño) del que está a punto de despertar.

El asunto es muy sencillo: Si usted está interesado en una espiritualidad aunténticamente transformadora busque un maestro espiritual y comprométase con una práctica. Sin práctica jamás pasará de la fase de la creencia, de la fe o de las «experiencias cumbre» esporádicas, nunca evolucionará a las «experiencias meseta» y mucho menos a la adaptación permanente. En el mejor de los casos, será un visitante ocasional en el territorio de sus estados superiores, un turista en su verdadero Yo.


Extracto del libro "Diario" de Ken Wilber

"AHORA NOS MOVEMOS HACIA ADENTRO"


Robert W. Godwin: la próxima evolución es el viaje al interior humano

La espiritualidad posmoderna es para la gente que puede abandonar la adolescencia

Para comprender como el conocimiento científico realmente se alinea con una comprensión mística tradicional de la relación de Dios con la creación, debemos pensar estereoscópicamente: se debe tomar una perspectiva, el pensamiento científico, y tomar la otra, la sabiduría mística, hasta que ambas se sinteticen a un nivel más alto, explica Robert W. Godwin, autor del libro de reciente aparición "One Cosmos under God". Nos encontramos justo en el inicio del paso al próximo estadio, añade, el de una espiritualidad posmoderna para gente que puede abandonar la adolescencia y convertirse en adulto. Para Godwin hoy hay mucha mayor atención al interior como una nueva frontera, un anhelo de nuevos horizontes y de nuevas experiencias. "Ahora nos movemos hacia adentro. Este es el viaje real y la próxima evolución". Entrevista realizada por Elizabeth Debold. Introducción de Carol Ann Raphael.

Curiosamente, en nuestra era de especialistas y expertos en campos de estudio más específicos que nunca, las ideas más originales e innovadoras a menudo proceden de individuos que están explorando terrenos en los que tienen escasa experiencia o experiencia no formal. El autodidacta ocasional ha existido durante mucho tiempo, sin embargo estos nuevos exploradores no carecen de educación. Generalmente tienen títulos académicos, pero son temas ajenos a su esfera profesional los que les motivan a leer apasionadamente, pensar y escribir complejas ideas de una forma notablemente fresca e intuitiva, tanto si hablan de arte o de física como del origen del universo.

Robert Godwin es uno de estos pensadores “intrusos” que en su libro One Cosmos under God ha intentado nada menos que revisar la historia entera de la creación tanto desde una perspectiva científica como espiritual, presentando una posible narración cósmica nueva, audaz, poética y sorprendente. Su obra rompe fronteras, emociona y hace reír, y abarca la cosmología, la biología, la física cuántica, la psicología, la antropología, la historia, el misticismo y la teología, entre otros campos.

Godwin, psicólogo clínico, señala que comenzó a interesarse por “todo” antes de cumplir los 30 años. Define su propia mente como sintética en lugar de analítica, por lo que, para darle sentido a lo que estaba aprendiendo, buscó relaciones y patrones entre las verdades que iba recabando en los diversos campos de estudio. En resumidas cuentas, quería “saber”. Llegó a la conclusión de que la única forma de alcanzar verdades espirituales era a través de la experiencia directa y se hizo practicante del yoga integral de Sri Aurobindo. One Cosmos under God es el resultado de lo que descubrió como seguidor de las enseñanzas hindúes de este hombre, unificadas con los frutos de su propia curiosidad insaciable.

Como consecuencia de nuestro incondicional interés por la espiritualidad evolucionista, WIE pretendió indagar más en las ideas de este intelectual intrépido. En la entrevista que viene a continuación, Godwin nos dirige hacia los mayores temas metafísicos y pensamientos místicos. Es desde esta perspectiva, nos dice, desde la que la naturaleza causal, lineal, de la vida en la tierra –la dimensión horizontal- y la dimensión absoluta y trascendente –o vertical- pueden percibirse de una forma integrada. También desde ahí podemos entender las cuatro “singularidades”, aquellas explosiones de novedad evolutiva que comenzaron el universo y radicalmente transformaron la vida en este planeta para siempre. Continuamente, la conversación cambia de dirección y Godwin nos lleva al interior, a los límites más profundos de la psique humana presentándonos sorprendentes relatos sobre el desarrollo psicológico y su relevancia en la evolución de la cultura. Tocando una vertiginosa variedad de temas, desde la educación infantil hasta el sacrificio ritualizado o la capacidad de autoconciencia, une todo magistralmente en una visión de la humanidad a un tiempo infinitamente vasta y cercana.


La verticalidad y la evolución del Cosmos

En su libro, One Cosmos under God, usted crea una notable síntesis de dos tipos de conocimiento –científico y espiritual- dentro de un majestuoso contexto evolutivo para comprender quiénes somos y porqué estamos aquí. ¿Podría comenzar hablándonos del objetivo de su trabajo?

Simplemente intento unir la mejor sabiduría espiritual con el mejor conocimiento científico para demostrar que no son incompatibles y que, de hecho, se reflejan el uno al otro. Trato además de acercar la metafísica tradicional a la gente, algo que hacen las religiones.

La idea principal está realmente implícita en la perspectiva religiosa tradicional, que señala que antes de la evolución hubo lo que se denomina la involución de Dios, que podría ser una metáfora del Big Bang. Dios se lanzó a sí mismo a la existencia y casi se pierde a sí mismo en la existencia. La evolución, por tanto, sería el camino de vuelta – la recuperación gradual de diferentes niveles de Dios, cuyo fin es el Yo Soy-. Al final del viaje, se comprende que Dios estuvo todo el tiempo. La cuestión es que Dios jugó a escondidas consigo mismo, se puede decir.

Sin embargo, para comprender como el conocimiento científico realmente se alinea con una comprensión mística tradicional de la relación de Dios con la creación, debemos pensar estereoscópicamente. Se debe tomar una perspectiva, el pensamiento científico, y tomar la otra, la sabiduría mística, hasta que ambas se sinteticen a un nivel más alto. En ese nivel es donde se ve que ambas cosas que parecen separadas en realidad son partes de una sola, dos caras de una misma moneda. Desde ahí podemos saber que la existencia está compuesta de dos dimensiones diferentes.

¿A las que usted llama horizontal y vertical?

Sí, pero los términos no son míos. Muchas personas usan esta metáfora. Es difícil definirlas por separado porque cada una cobra sentido en relación con la otra. La horizontalidad nos es concedida en el transcurso de la evolución material, por la selección genética natural, y opera de forma casi determinista del pasado al presente y al futuro, linealmente, por causa-efecto. La verticalidad, por el contrario, opera de manera “perpendicular” al tiempo cronológico. Es de donde decimos que procede Dios y sus revelaciones (que no vienen del pasado sino de Arriba).

La verticalidad es el eje principal del cosmos, el espacio creativo de la evolución post-biológica. Tiene diversas cualidades, como profundidad o interioridad, y tres verdades trascendentales: la Divinidad, la Verdad, la Belleza. Prácticamente cada cosa que nos define como humanos, que nos aporta dignidad o nobleza, procede de la verticalidad (nuestra capacidad para conocer Verdad, para la belleza estética, para la música o la poesía…). Cualquier práctica religiosa implica abrirse a la energía vertical.

La espiritualidad que yo practico, el yoga de Sri Aurobindo, tiene como objetivo acercar la verticalidad a la horizontalidad. No te dejas el mundo atrás: el Verbo se hace carne, que es como decir que la verticalidad se hace horizontal, potencialmente en todos los seres humanos.


¿Cómo entiende usted la relación entre la verticalidad y la horizontalidad en el cosmos?


La verticalidad está a la cabeza de todas las cosas, es su potencial, su diseño. Ken Wilber habla de ello y dice que es como las formas potenciales aún no concretadas. El proceso completo de la evolución consiste en la manifestación de las formas puras en este plano horizontal. Evolucionamos hacia ella, la evolución es el proceso de actualización de ese diseño.

Creo que por eso hay tantas religiones y revelaciones diferentes. Sólo recientemente nos hemos adentrado en el terreno vertical del Espíritu, y estamos recuperando mucha de la información diversa que la gente encuentra. Al principio, vemos cosas distintas porque aún no hemos hecho un “mapa” bien definido.


En su libro, usted traza la evolución cósmica atendiendo a la relación entre la verticalidad y la horizontalidad. De hecho, argumenta que el Big Bang es la primera de las cuatro “singularidades” principales que nos han llevado hasta donde estamos ahora. ¿Podría explicar que significa para usted la singularidad, y cuáles son las cuatro singularidades?

La singularidad es el término usado para denominar al Big Bang. Los físicos definen una singularidad como un diminuto punto del espacio-tiempo de una densidad tal que es infinita. Pero también es una discontinuidad ontológica. La ontología es el estudio del ser, y cuando una singularidad ocurre, el ser cambia radicalmente de carácter. Esa es la razón por la que no hay una sino cuatro singularidades en la existencia: Materia, Vida, Mente y Espíritu. En cada uno de estos niveles de evolución, hay una interiorización más profunda. Esa es la dimensión vertical, la profundización interior del cosmos. El primer bang convierte la nada en algo ordenado. El segundo, hace que de un universo muerto surja uno vivo. Con la tercera singularidad, pasamos de un universo vivo a uno pesante y creativo, reflejo del creador. La cuarta singularidad produce la revelación espiritual “Yo Soy”, que es inesperada.

¿Puede ahondar en las cuatro singularidades?

La primera es la existencia en sí, la creación a partir de la nada, el Big Bang. Empecé a escribir este libro para tratar de comprender el Big Bang y de donde venía. A medida que se estudia, te das cuenta de que resulta muy misterioso que el fenómeno haya estado gobernado por hermosas ecuaciones, en las que si se hubiese modificado una sola iota, la vida hubiera sido imposible, no estaríamos aquí. El universo sería radicalmente distinto. Por tanto, el Big Bang no fue una explosión aleatoria sino ordenada por las matemáticas, y que contenía una información altamente refinada, que implica la verticalidad desde los inicios. La aleatoriedad no podría haber creado esto.

La segunda singularidad es la Vida, que en sí es inexplicable. Los biólogos de hecho pueden explicarte todo de la vida excepto su porqué. Un día, en este planeta, la materia se enrrolló sobre sí misma y, de pronto, se abrió un nuevo horizonte. Literalmente comenzó un nuevo universo. La tercera singularidad es sorprendente: el desarrollo de la Mente. Esto ha ocurrido relativamente hace poco, y fue el fenómeno que otorgó la humanidad al Homo Sapiens. Esta humanidad parece haber venido de la evolución vertical, no de la horizontal.

De repente, comenzamos a pintar en las cuevas, ritualizamos los enterramientos, decoramos nuestros cuerpos… hay un nuevo tipo de autoconciencia. ¿Cómo puede explicarse este fenómeno? La única manera que yo contemplo es decir que pasamos a una nueva área ontológica, al mundo de la verdad, el amor y la belleza, lo que implica un sentido de verticalidad, de apertura a un espacio mental en el que se reconoce la belleza y la eternidad. Se trata de una forma diferente de ser.

Pero, a pesar de esto, no existen razones para creer que la mente nos llevará a la cuarta singularidad, que consistió en que, de repente, hace unos tres mil años, con el inicio de los Upanishads, surgió el Yo Soy. No es que yo sea Dios, sino que Dios y yo somos indistinguibles el uno del otro, y la parte más honda de mi ser es Atman, es Brahman. Poco después de esta revelación, alrededor del año 900 a.C. aparecen los profetas judíos y toda la Era Axial: Platón, Jesús, Lao Tse y otros.

Los críticos seculares podrían decir que todo esto es una fantasía, pero lo que a mí me sorprende es la sofisticación metafísica de las grandes tradiciones. Consideremos la increíble sabiduría de la Torah, los cinco primeros libros de la Biblia. Los judíos que la compusieron eran rústicos, ignorantes, gente iletrada. Pero aún hoy sus enseñanzas son aplicadas por los rabinos. ¿De dónde procede esa sabiduría? Debe venir de otra dimensión. No es selección natural sino supernatural. Así opera la verticalidad en los profetas.

La gente que ha descubierto el Yo Soy creo que vivía en otra dimensión que intentaban hacernos llegar. A través de la historia, sus palabras nos han iluminado y nos han dirigido hacia ellos.


Una de las cosas que he encontrado más interesantes sobre su trabajo es su afirmación de que el papel de la verticalidad en la historia humana no se limita a la religión.

Exacto. Si no llega a existir Churchill en la Segunda Guerra Mundial, ¿quién hubiera dado el paso que él dio? Era lo que yo llamo un místico secular. He oído muchas historias acerca de las palabras que oía y que no sabía de donde procedían. Es un ejemplo, pero si lo piensas hay un pequeño grupo de personas, embajadores de la verticalidad, sin las cuales las cosas habrían sido mucho peor de lo que han sido.

Además, la verticalidad también juega un papel en las instituciones humanas, que comienzan siempre con un propósito (militar, educacional, etc.) pero, con el tiempo, acaban ocupándose sobre todo de su propia auto-preservación, por lo que tienden a la horizontalidad. Cuando eso ocurre, personas que forman parte de ellas suelen instintivamente abandonar la institución para intentar encontrar algo más.

Con las religiones tradicionales también ocurre, pero en ellas el problema radica en que tratan de contener al incontenible Dios y reducirlo a fórmulas y rituales. Esto genera la necesidad de un Mesías, que debe romper los contenidos institucionalizados de los rituales para devolver la cercanía inmediata de Dios a la realidad. Por eso necesitamos constantemente las reformas religiosas.


¿Siente usted que la dimensión vertical juega un papel crucial en la dirección de la humanidad?

No sé si es una metáfora o si es literal, pero existe la idea de que la encarnación de un
avatar ocurre en los momentos clave en que la evolución psicohistórica ha llegado a un punto muerto. Ese avatar desciende para abrirse paso en dicha pausa.



La integración de la psique y la evolución de la cultura

Usted señala que a menudo hay intervenciones verticales en la historia que impulsan a la humanidad adelante. Esto nos lleva al terreno de la evolución cultural. Estoy segura de que pocos negarían que nuestra cultura ha evolucionado a un nivel material (tecnología, higiene, etc.) pero creo que nuestra noción de nosotros mismos y la forma en que sentimos ha sido siempre la misma. Sin embargo, usted argumenta que la experiencia actual del ser humano ha cambiado dramáticamente en el curso de nuestra historia.

Este es un tema controvertido. Yo creo que la humanidad ha cambiado profundamente, aunque por alguna razón resulta políticamente incorrecto pensarlo. La ciencia aún piensa que la inteligencia humana es producto del cerebro pero en realidad es producto de situaciones muy específicas de la especie que nos han llevado a desarrollarla. Si miramos hacia atrás en el tiempo, el cerebro humano creció a una velocidad tan radical que las cabezas de los niños se hicieron demasiado grandes como para atravesar el canal del parto.

Eso llevó a la muerte a las madres, así que la evolución hizo que fuéramos nueve, doce o más meses prematuros. Para que los bebés sobrevivieran en este estado, necesitaban que sus padres lo cuidasen. Y, para ello, fue necesaria la aparición de la oxitocina, que es la hormona que hace que las madres amen a sus bebés. La evolución dio lugar asimismo a la familia porque una madre no puede sobrevivir sola sin ayuda cuando está criando. Tiene que encontrar la manera de atraer a un hombre que la cuide, como hacen otros mamíferos.

Pero como los niños nacen en un estado neurológico incompleto, el cerebro sigue creciéndoles y madurando durante los dos primeros años. Hasta hace poco, unos cuarenta o cincuenta años, no se ha comprendido realmente la manera en que la personalidad se desarrolla gracias a los vínculos y cuidados, que tienen efectos en el cerebro. Cuanto más se entiende lo sensible que es el proceso, comprendemos mejor que si la forma de cuidar a los niños ha cambiado radicalmente, debe haber implicaciones.

Por ejemplo, en la antigua Grecia, se daba el incesto, las niñas eran tratadas de forma bárbara. Si un niño nacía, los padres podían decidir deshacerse de él, simplemente dándoselo a los lobos. Los griegos vivían así en un estado psicológicamente fragmentado, y sus dioses reflejaban dicho estado.

Desde esta perspectiva, cobra sentido el modo en que la religiosidad humana temprana consideraba que los sacrificios humanos podían compensar a estas deidades paganas. Todas las culturas primitivas practicaban estos sacrificios. No existía el concepto del monoteísmo porque la gente no podía entenderlo.


Resulta difícil relacionar el sacrificio humano con la experiencia de lo sagrado. ¿Cómo pueden funcionar ambas cosas a la vez?

Se deben comprender los efectos de la fracturación de la psicología primitiva. Cuanto más primitiva es una mente, psicológicamente hablando, su existencia resulta menos sintética. Este modelo del inconsciente es diferente del establecido en el modelo de Freud, donde se imagina una línea más o menos horizontal, una frontera, entre la conciencia y la inconciencia. El nuevo modelo de la mente reconoce un grupo de fracturas verticales en la conciencia –y no verticales en el sentido que mencionamos antes.

Cuanto más difícil y traumática es la infancia, más fracturas verticales habrá en la mente. Ciertos aspectos de la experiencia no son integrados en el sentido de quienes somos, y estas partes no son capaces de integrarse, ni siquiera cuando las emociones se experimenten de un modo intrusivo. En las culturas en que la educación infantil produce estos niveles de traumas y fracturas mentales, la gente debe encontrar la forma de apaciguar a todos esos enemigos persecutorios que proyecta. Probablemente el sacrificio sea una manera.

Puede crear un sentido de “sagrado” porque cuando uno se encuentra cerca de la muerte, ocurre algo sagrado. El sacrificio actuaría como la cataplasma sobre la herida, limpiando todos los pecados humanos y eliminando el veneno. Una persona concreta, la sacrificada, soportaría por tanto el peso de todos nuestros pecados. Tras matarla, nos sentimos temporalmente libres de la culpa. Pero hay que repetir el ritual una y otra vez.


Realmente no es éste el retrato del pasado que solemos ver en películas o en la televisión, no puedo imaginarme que la mayor parte de la gente que camina por la calle tuviera tendencias homicidas, como usted dice.

Analizando el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) que es un manual de diagnósticos para los psicólogos que contiene ejemplos del pasado, se comprueba que ciertos desórdenes de la personalidad que hoy son relativamente raros eran mucho más comunes antes.
La personalidad límite es un ejemplo clásico. Estos individuos interiorizan una relación muy caótica con sus padres muy pronto, por lo que su psique está completamente desciontrolada en la edad adulta. Pueden amarte ahora y odiarte el próximo minuto. Son impulsivos. En la Edad Media, mucha gente era así.

Aún nos quejamos de la exposición de los niños a la violencia a través de los medios de comunicación, pero la imagen que usted pinta es muy extrema. Resulta fascinante que sólo recientemente hayamos reconocido la delicadeza del desarrollo de un niño y cuántos cuidados necesitan los niños durante su desarrollo.

Hace quizá tan solo cien años que nos dimos cuenta que el niño tiene una vida interior, que no es un objeto. Cuando la educación de los niños cambio significativamente, apareció una nueva clase de psicología, según Lloyd deMause. No acepto del todo esta perspectiva, pero creo que sí es cierto que apareció una generación con otro tipo de psicología con el baby boom de los años cincuenta. Así comenzamos a ser educados de una forma mucho más humana, más que el resto de los niños en otros periodos de la historia.

Puede haber incluso una base genética de estas psico-clases, lo que resulta controvertido. Hace unos meses, un estudio demostró aún está evolucionando. En ciencia se assume que el cerebro dejó de evolucionar cien o ciento cincuenta mil años. Pero ahora se ha descubierto que sigue cambiando y que grupos diversos evolucionan a diferentes proporciones. Cuanto más humana sea la educación del niño y cuanto mejor sea su nutrición, más oportunidades tenemos de actualizar su potencial. Con el paso del tiempo, ¿llegarán estos cerebros a ser más grandes y complejos? Wilber apuntó también esto. A medida que evolucionamos mentalmente, tiene que haber un sustrato neurológico que se desarrolle al mismo tiempo. No es que reduzcamos la evolución a la neurología, sino que ambas cosas irían de la mano.

Las implicaciones son profundas. Por esa razón el mundo no tiene un único calendario: unos vivimos en 2006, pero hay muchas culturas en las que la gente aún está en 1700 e incluso en 1500. La gente vive en diferentes épocas de desarrollo. En algunos sitios las mujeres y los niños siguen considerándose una propiedad, por ejemplo.

Como parte de mi trabajo como psicólogo clínico, he podido evaluar pacientes de muy diferentes culturas, y créame, hay diferencias. Hay diferencias de fondo, diferencias en la forma de educar a los niños, que explicarían, creo, lo que sucede en la edad adulta. Hay ciertas culturas en las que parece como si todas las personas fueran la misma. Te cuenta la misma historia y las mismas experiencias porque no han descubierto la individualidad. El énfasis en el desarrollo individual es muy reciente en nuestra historia y sólo en Occidente. En la mayoría de las culturas, históricamente, lo importante es la identidad del grupo.


¿Cómo diferenciamos grados de fragmentación en la psique relacionados con nuestra experiencia religiosa o espiritual?

La persona con la psique fragmentada a menudo está predispuesta a experiencias extremas. Pueden tener experiencias muy irreales porque su psique no está regulada, pero son incapaces de estabilizarla. La gente que está traumatizada, por ejemplo por abusos incestuosos, tienden a la disociación y a la irrealidad llegando incluso a estados alterados del ser que son, en cierta forma, espirituales. Pero hay reinos de lo espiritual que son buenos y otros que son malos. La gente con la psique fragmentada puede acceder con facilidad a otras dimensiones.

Mírelo de esta forma. Toda ciencia es una reducción de la multiplicidad a la unidad. Cualquier gran teoría científica toma un amplio espectro de fenómenos y los organiza en una visión que los unifica. Por tanto tiene sentido que cuanto más unificados estemos como personas, más claramente veamos luz. De esta forma, la experiencia espiritual es unificadora. Cuanto más unitarios somos interiormente, con mayor profundidad podremos ver hacia fuera.


¿Hacia dónde cree que nos dirigimos? ¿Hacia donde nos dirige el individualismo occidental?

En primer lugar, debo decir que este tipo de trabajo de profundización, la exploración de la conciencia, cada vez está al alcance de más gente. En el pasado, sólo llegaba a las pocas personas que ingresaban en un monasterio. Con la modernidad, por vez primera, las personas corrientes tienen realmente la posibilidad y los recursos –toda la literatura mística y los recursos cognitivos, psicológicos y emocionales actuales- para buscar la espiritualidad.

Aunque el lado oscuro del individualismo occidental, por supuesto, es el narcisismo, la autoabsorción y la idea de que todo puede ejecutarse horizontalmente. Todo lo que aparece en televisión es un reflejo de la horizontalidad, que elimina la verticalidad. Ahora debemos buscar aquello que llamamos “autenticidad”.


Se da una situación espinosa porque la manera tradicional de acceder a la verticalidad es a través de la religión. Pero muy pocos de nuestros posmodernos individualistas miran hacia la tradición. Para avanzar, parece como si necesitáramos algo nuevo.

Es un buen apunte. ¿Cómo encuentran los sarcásticos algo que reverenciar y de lo que no se burlen? Ésa es la cuestión. De alguna manera, debemos encontrar algo que espontáneamente reverenciemos. Y no puede ser algo más bajo. Debe ser algo tan grande que nos haga caer de rodillas. Intento reanimar y volver a despertar el sobrecogimiento, y evitar el sarcasmo reconociendo esta aventura de la conciencia que tenemos la suerte de vivir.

Creo en la ruptura de la tradición como en nuestra adolescencia se rompe con la autoridad paterna. Pero no se puede ser un adolescente para siempre y en eso estamos atascados. Ahora debemos encontrar la manera de adentrarnos en una verdadera madurez espiritual, no en la vieja autoritaria adultez ni en la rebelión adolescente del materialismo, el secularismo, el marxismo, etc.

Nos encontramos justo en el inicio del paso al próximo estadio. Andrew Cohen, Ken Wilber y yo mismo –cada uno desde diversos puntos- intentamos crear una espiritualidad posmoderna para gente que puede abandonar la adolescencia y convertirse en adulto. Esto conlleva un nuevo tipo de responsabilidad. Hay un deseo espontáneo de dar. Y cuando se encuentra a un viajero semejante en el camino, es una gran alegría. Intentamos crear más viajeros afines, popularizar los territorios que hemos descubierto.

Me gustaría terminar con una metáfora. Mire el movimiento hacia el exterior de la evolución humana: salió de África hacia Europa, luego cruzó el Atlántico, llegó después a la costa este de los Estados Unidos y, más tarde, lentamente, emigró hacia la frontera, la costa occidental. Entonces la frontera se cierra. No hay nada más que abandonar desde 1890 y en ese momento se inicia realmente el viaje interior a un nivel cultural. Comenzamos a encontrarnos con personajes posmodernos, como James Joyce, Einstein o Picasso. De pronto, hay mucha mayor atención al interior como una nueva frontera que está aquí y ahora. Al frontera interior está aquí mismo, lista para ser conquistada, explorada y habitada.

Es apasionante. Ahora nos encontramos en este increíble viaje interior, y nos damos cuenta de que este es el único viaje. Porque, para nosotros, las fronteras exteriores realmente fueron fronteras interiores todo el tiempo. Hay un anhelo de nuevos horizontes y de nuevas experiencias. Pero ahora no tenemos el inconveniente de tener que preocuparnos por el mundo material. Ahora “entramos y subimos. Nos movemos hacia adentro”. Este es el viaje real y la próxima evolución.



Entrevista publicada originalmente en What Is Enlightenment? Magazine, January-March 2007. © 2007 EnlightenNext, Inc. All rights reserved. Se reproduce con autorización. Traducción del inglés: Yaiza Martínez.