abril 11, 2007

"Estamos hartos de la invasión de la religión"


10/4/2007
ENTREVISTA A LUC FERRY, por Elianne Ros
Exministro de Francia, filósofo, autor de 'Aprender a vivir'

Su libro Aprender a vivir (Taurus), superéxito de ventas en Francia, intenta abrirnos los ojos sobre el verdadero sentido de la filosofía. Como padre de la ley del velo --fue ministro de Educación entre el 2002 y el 2004--, Luc Ferry (París, 1951) defiende una religión limitada a la esfera privada y reivindica una espiritualidad laica.

--¿Para qué sirve hoy la filosofía?

--Pues para lo mismo que ayer. La cuestión es llevar una vida buena, feliz. Para ello hay que superar los miedos que nos atenazan. Especialmente el mayor de todos ellos: el miedo a la muerte, la propia o la de los seres a los que queremos. Mientras estamos atenazados por el miedo no podemos acceder ni a la libertad ni a la generosidad.

--O sea, que sirve para lo mismo que la religión

--Las dos plantean la misma cuestión. Las religiones concluyen que el amor salva de la muerte. La gran diferencia es que en las religiones salvan Dios y la fe. Y la filosofía sostiene que podemos salvarnos por la razón. Si usted es creyente, estupendo, pero si no, se planteará cosas como el duelo por el ser querido.

--¿La filosofía resuelve eso?

--Imagine que tiene una varita mágica para hacer respetar los derechos humanos. No habría violaciones, ni exterminios, sería un mundo justo. Pero ello no le salvaría de envejecer o de tener un cáncer. No hemos entendido que hay un espacio intelectual que concierne a las cuestiones de espiritualidad laica. Ahí hay todo un espacio de reflexión nuevo que no es ni de la moral ni de la religión. Eso es la filosofía, siempre lo ha sido.

--En cambio, cada vez se estudia menos. No le vemos utilidad.

--Porque confundimos filosofía con reflexión moral, llamamos filósofos a intelectuales que se comprometen por Bosnia o Darfur. Eso es idiota.

--Entonces, hay pocos filósofos.

--Hemos decidido que Sartre era un filósofo porque se comprometió con Vietnam. Todo el mundo puede hacer eso. Pero las grandes filosofías --existen cinco o seis-- son otra cosa. Son estructuras intelectuales en las que encontramos abrigo frente a nuestros miedos y la fuerza para volver a la calle a afrontar el peligro.

--La filosofía nos vacuna contra el dogmatismo?

--También. Seamos francos, hoy todas las guerras, desde Irlanda a Yugoslavia o Darfour, están estructuradas por la religión. En el contexto actual, la filosofía es una medida de salubridad pública. Estamos hartos de la invasión del espacio público por parte de la religión.

--¿Por eso hizo una ley que prohíbe los signos religiosos en la escuela?

--Sí, estoy muy contento de esta ley.

--Pero tiene efectos secundarios. Surgen escuelas musulmanas...

--La gente no sabe que Francia tiene cinco millones de musulmanes y un millón de judíos. En el 2002 se produjo un reflejo de la segunda intifada en la escuela. Hubo muchos ataques antisemitas, que no tenían nada que ver con la extrema derecha, sino con el 11-S y la guerra israelo-palestina. Había que intervenir.

--Pero si cada comunidad crea su escuela, aumentan las fronteras.

--Es una cuestión de cantidad. De 12 millones de escolares, unos 1.800 van a escuelas musulmanas. En términos de integración, hemos ganado. Antes había 1.000 casos de niñas que no querían retirarse el velo. Ahora no hay ninguno.

--Usted defiende una política del sentimiento.

--Hay tres grandes valores por los que históricamente la gente se ha sacrificado: Dios, la patria y la revolución. La derecha lucha por la patria, y la izquierda, por la revolución. Hoy, en Europa, lo sagrado ha desertado de los valores tradicionales y se ha encarnado en la humanidad.

--Explíquese

--Verá, en los últimos 50 años se ha pasado de la familia tradicional, que era una unidad económica y de producción, a la familia moderna, fundada sobre el amor. Eso conlleva una sacralización del otro. Hay que reconstruir la política sobre la idea de que la vida privada es el vector de lo colectivo. Todos tenemos los mismos problemas de divorcio, de fracaso escolar, de poder adquisitivo, de padres que envejecen. Los políticos aún no lo han entendido.

--¿Y cómo deberían reaccionar?

--Aún creen que la vida privada es egoísta, pero es todo lo contrario. Nos vuelve sensibles a los demás como jamás en la historia de la humanidad. Las ONG son eso. Deberían reflexionar más en términos de generación futura, como hace la ecología. El problema de fondo no es la nación, sino qué mundo dejaremos a esos hijos a los que amamos tanto.

--Tanto amor nos hace más frágiles.

--Efectivamente, ante la muerte del ser amado estamos menos protegidos que una persona de la edad media, que tenía en la religión su red de seguridad. El hombre moderno tiene menos dispositivos para asumirlo, por eso vive más angustiado. La filosofía debe servirnos para reinventar la vida sin la protección de la religión, una espiritualidad laica.

El Periodico (Cataluña)